El sufrimiento


Es difícil no tropezar cuando consideramos el misterio del sufrimiento y el mal en el mundo. ¿Qué sentido tiene el sufrimiento? ¿Cómo conciliar el mal con la omnipotencia de Dios? ¿No tendría más sentido que todo fuera perfecto, que no existiera el sufrimiento ni el mal? ¿Qué sentido tiene este mundo anclado en el devenir, siempre mutando, siempre en proceso de llegar a ser, semejante a un gran coitus interruptus donde nada llega a plenitud, todo se frustra, y los pocos reflejos del bien terminan por morir y desaparecer? Debemos buscar la causa del mal y el sufrimiento en el pecado y el origen del pecado en el pecado original que produjo la separación entre Dios y el hombre. Este distanciamiento e ignorancia de Dios en el corazón del hombre se dejó sentir en el drama cósmico exterior. El ser Humano, nexo entre el cosmos y Dios, al separarse de Dios, dejó de irrigar el cosmos con la gracia divina y la creación cayó en el abismo dejando de ser reflejo de Dios y pasando a ser reflejo de nuestro estado caído. En lugar de reflejar a Dios, el mundo pasó a ser reflejo de la ausencia de Dios y esta ausencia y la consiguiente necesidad espiritual se manifestó en el plano material. Así vemos como los animales se devoran unos a otros, impera la muerte, la necesidad y el sufrimiento, y el sueño nos recuerda, como un eco, la naturaleza de nuestra condición caída, irreal con respecto a la vida en Dios.

Dios se hizo hombre en Jesucristo para devolvernos el Don de su presencia, el don de Ser. Jesús, Dios-Hombre, es el Sumo Pontífice que vuelve a hacer de nexo entre Dios, la Humanidad y el cosmos. Dios cargó en Jesucristo con todo el peso del cosmos caído y cargando con nuestros sufrimientos y sufriendo en su humanidad infinitamente más que cualquier otro ser humano nos salvó en la cruz. No tenemos un Dios que se quedó impasible en su eternidad contemplando nuestro sufrimiento sino uno que descendió a nosotros, compartió nuestra naturaleza caída y cargó con todo el peso de nuestros sufrimientos y de nuestra condición. “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él2 corintios 5:21  Así pues, siempre que consideremos el sufrimiento, debemos confiar en su transitoriedad y en la victoria eterna sobre todo mal de Jesucristo Nuestro Señor. “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” Romanos 8:18 

Desde que Cristo asumió el sufrimiento de la humanidad y la redimió, el sufrimiento tiene valor redentor. Cristo, mediante el Don de Su Espíritu, nos hace a los Cristianos Cristos, Pontífices y Nexos entre Dios, la Humanidad y la creación y nos concede participar en la redención del Cosmos. Así como Jesucristo redimió a la humanidad mediante su sufrimiento, nos concede participar, en menor medida, de sus sufrimientos y, de esa manera, nos hace participes a los cristianos en la redención del mundo como está escrito “y vendrán salvadores al monte Sión” Abdías 1:21. Así pues, debemos confiar en que gracias a Cristo, todo sufrimiento transitorio dará buenos frutos eternos. “Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria”. 2 corintios 4:17.

¿Pudo Dios, siendo omnipotente haber evitado la caída, el mal y el sufrimiento? hay unas palabras de Cristo que pueden traer luz a este respecto: Pasando Jesús, vio un hombre ciego desde su nacimiento. Y preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí, ¿quién pecó, éste ó sus padres, para que naciese ciego? Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres: mas para que las obras de Dios se manifiesten en él. Juan 9 1-3.

 Es posible que Dios pudiera haber evitado el mal, el sufrimiento y la caída , pero debemos confiar en que si Dios ha decidido permitir el sufrimiento y el mal, esta decisión ha sido fruto de su amor y que si así lo ha decidido es porque esta era la posibilidad mejor. Estoy seguro de que cuando estemos gozando en la eternidad de los frutos eternos de la resurrección, nos alegraremos de que haya sido así. Llegará el día en que contemplemos como Cristo ha estado sosteniéndonos en cada momento amargo de la vida; veremos cómo cada sufrimiento ha tenido un propósito y cada lágrima ha sido la pieza de un hermoso puzle que Dios nos regalará a cada uno de nosotros. Veremos la victoria del Bien y la luz sobre el mal y la oscuridad en la gran batalla que se lleva librando desde el principio y que llevamos inscrita tan profundamente que se deja ver en prácticamente todas las películas y novelas que creamos. Nos sorprenderemos de lo hermosa, perfecta e inmejorable que es la realidad y nos alegraremos de existir en la felicidad más perfecta.

Cuando el Espíritu dice en Apocalipsis 21:4: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos», indica que el Señor nos otorgará una consolación eterna divina por cada uno de los sufrimientos humanos experimentados. Personalmente puedo dar testimonio de cómo, el día que conocí al Señor, tras muchos años sin poder hacerlo comencé a llorar por haber tocado el Señor mi corazón y el recuerdo de sufrimientos pasados, de los que ya no me acordaba, empezaron a emerger en mi consciencia acompañados de una fuerte certeza interior de que todo había sucedido para algo; que ninguna lágrima había sido en balde. En los siguientes meses, recuerdo como cada vez que echaba la vista atrás y recordaba el abismo del que El Señor me había sacado, una oleada de bendición Paz y alivio divino me inundaban.

Estoy seguro de que para Dios no hay nada mas Sagrado que el Sufrimiento humano.


Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en sufrimientos; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. Isaías 53:3-6

El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y á la serpiente el polvo será su comida. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dice Jehová. Isaías 65:25

Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. Romanos 8:18

Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria 2 corintios 4:17

!Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero !ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Mateo 18:7

Pasando Jesús, vió un hombre ciego desde su nacimiento.Y preguntáronle sus discípulos, diciendo: Rabbí, ¿quién pecó, éste ó sus padres, para que naciese ciego? Respondió Jesús: Ni éste pecó, ni sus padres: mas para que las obras de Dios se manifiesten en él. Juan 9 1-3

De cierto, de cierto os digo, que vosotros lloraréis y lamentaréis, y el mundo se alegrará; pero aunque vosotros estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en gozo. Juan 16:20

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Apocalipsis 21:4

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Romanos 8:17

Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la iglesia colosenses 1:24

Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación 2 Corintios 1:5

Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón Hebreos 11:24-26

y vendrán salvadores al monte Sión. Abdías 1:21




Anuncio publicitario

Del pecado


En la base de todo pecado está, el pecado en su estado mas puro es el pretender ser al margen de Dios.

Este fue el pecado de Lucifer, robar a Dios lo que Dios mismo le estaba regalando pretendiendo hacer suya la luz, la belleza, el Ser que recibía de Dios, separándose automáticamente de Dios y cayendo en la oscuridad. Este es también el pecado que parece referir el libro del Génesis cuando Adán y Éva, tentados por la serpiente, aceptaron comer del fruto del árbol de la ciencia y «ser como Dios» Génesis 3:5 cayendo también en la oscuridad del desconocimiento de Dios y de si mismos; entonces se introdujo la muerte en el mundo y cayeron en la dimensión de la materia.

Esta tendencia pecaminosa está en cada ser humano que viene al mundo. Es nuestra naturaleza Adámica bajo la maldición de la ley, el hombre de pecado, el egoísmo, el hombre viejo marcado por la imagen de la Bestia. Esta naturaleza pecaminosa es lo que nos hace naturalmente hijos de la ira y es lo que ha de morir con Cristo en la Cruz; la naturaleza Adámica vieja de la que nos despojamos en la inmersión del Bautismo emergiendo renacidos como Hombres Nuevos de naturaleza Crística; celestial. Esta realidad es lo que prefiguraba la circuncisión en el antiguo pacto.

Mediante el don del Espíritu Santo Cristo efectúa esta obra en nosotros a fin de hacernos partícipes de su naturaleza divina, lo que nos permite ser canales de su inmensa Paz, Amor, Luz, libertad… de su Ser. Entonces el hombre se descubre amando al prójimo sin esfuerzo y descubre los dones que Dios le ha dado; la manifestación del Espíritu Santo en Él. En estos momentos de comunión con Dios, se descubre uno amando al prójimo con amor puro y deseando su felicidad de corazón; pero no es que sea el hombre el que ama, es Dios en su interior el que ama y le hace partícipe de su mirada de amor.

Entonces, cuando nos sentimos prosperados, tendemos a enorgullecernos; a volver nuestra mirada hacia nosotros mismos y a regocijarnos en nosotros mismos. el amor a Dios se enfría y el amor propio aumenta.. Nos apropiamos de esa mirada de amor y de los dones de los que Dios nos hace partícipes gratuitamente. Robamos lo que Dios nos regala pretendiendo hacer nuestra la luz que Dios nos da pero al margen de Dios y, reproduciendo el pecado de Lucifer, caemos en la oscuridad. nos erigimos una estatua de nosotros mismos y comenzamos a adorarla albergando la ilusión de prosperar y de ser al margen de Dios erigiéndonos como reyes en el trono de Dios haciéndonos pasar por Dios.. La abominación desoladora.

Entonces Jesús, nuestro Padre, mirándonos entristecido, con amor y dolor infinito, nos sumerge de nuevo en el Jordán de su bautismo con serenidad y firmeza hasta que, muertos, dejamos de agitarnos en busca del aire viejo y renacemos a La Luz De Su Rostro en El Eterno Nuevo Día. Tiene que hacernos ver que nosotros solos, al margen de Él, no somos capaces de ningún bien; tiene que hacer pedazos esa “imagen ideal” de nosotros mismos que nos habíamos formado despojándonos de todos los dones y dejándonos desnudos a fin de que podamos ver nuestro egoísmo, nuestra maldad, nuestra completa incapacidad para amar al prójimo al margen de Él y así hacernos humildes y limpiarnos de nuestra tendencia egoísta de robarle los dones que nos regala, hacerlos nuestros, alejarnos de Él y pudrirnos con su recuerdo en la oscuridad. Este es el propósito de las noches oscuras y de las purificaciones.

El final del camino es cuando el hombre está absolutamente limpio de todas esas tendencias egoístas y le devuelve a Dios toda la gloria que recibe de él, todo su ser, su propio Nombre que recibe de Dios, sin apropiarse nada en absoluto. Entonces es un canal limpio por donde puede fluir la divinidad y es una lámpara que brilla con la luz de Dios, una manifestación limitada de la ilimitada gloria de Dios y un Nombre de Dios. Este hombre baja el cielo a la tierra y sube la tierra al cielo.


!Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo. Isaías 14:12-15

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Génesis 3:1-8

Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. Génesis 3:24

En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano, al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo; sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos. Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Colosenses 2:10-15

el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 1 Tesalonicenses 2:4

«Y se levantarán de su parte tropas que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación desoladora.» Daniel 11.31

Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), Mateo 24:15

Porque ¿quién te distingue? ¿o qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? 1 Corintios 4:7

Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido. Mateo 23:12

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como sarmiento, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Juan 15:4-6

En aquel día no serás avergonzada por ninguna de tus obras con que te rebelaste contra mí; porque entonces quitaré de en medio de ti a los que se alegran en tu soberbia, y nunca más te ensoberbecerás en mi santo monte. Y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová. El remanente de Israel no hará injusticia ni dirá mentira, ni en boca de ellos se hallará lengua engañosa; porque ellos serán apacentados, y dormirán, y no habrá quien los atemorice. Canta, oh hija de Sion; da voces de júbilo, oh Israel; gózate y regocíjate de todo corazón, hija de Jerusalén.Jehová ha apartado tus juicios, ha echado fuera tus enemigos; Jehová es Rey de Israel en medio de ti; nunca más verás el mal. En aquel tiempo se dirá a Jerusalén: No temas; Sion, no se debiliten tus manos.Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos. Reuniré a los fastidiados por causa del largo tiempo; tuyos fueron, para quienes el oprobio de ella era una carga. He aquí, en aquel tiempo yo apremiaré a todos tus opresores; y salvaré a la que cojea, y recogeré la descarriada; y os pondré por alabanza y por renombre en toda la tierra. En aquel tiempo yo os traeré, en aquel tiempo os reuniré yo; pues os pondré para renombre y para alabanza entre todos los pueblos de la tierra, cuando levante vuestro cautiverio delante de vuestros ojos, dice Jehová. Sofonías 3:11-20

Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Apocalipsis 15:2



Del Cuerpo Místico de Cristo

Es un error esperar a estar limpios para acercarnos a Jesús. Este error radica en el orgullo de pensar que podemos hacer el bien por nosotros mismos o que hay algo bueno en nosotros al margen de Cristo. Nosotros no podemos darle a Dios nada bueno que no hayamos recibido de Él previamente; y si le pretendemos dar algo que no hayamos recibido de Él ese algo no puede ser bueno. Si hay algo bueno en nosotros, procede de Dios; y si no procede de Dios, no puede ser bueno. San Pablo se refiere a esto cuando dice: “¿quien le dio primero para que le sea recompensado?”. 1 Romanos 11:35.

Absolutamente todo lo que está destinado a permanecer en la eternidad procede de Dios y tiene su raíz en Dios; el resto son ilusorias tinieblas que se desvanecerán con la llegada de la luz. Esto queda ilustrado en la parábola de la viña y los sarmientos (Juan 15:4-5) en el evangelio de San Juan. En esta parábola Jesús no solo nos dice que separados de El no podemos llevar ningún fruto sino que se identifica a Si mismo con nosotros de una manera plena. El dice: “Yo soy la vid y vosotros los sarmientos”. De la misma manera que los sarmientos son parte de la vid, nosotros somos parte de Cristo. A esto es a lo que se refiere San Pablo cuando habla de que la iglesia (los cristianos) somos el cuerpo de Cristo.

En el Hombre regenerado, aquel que como San Pablo dice “ya no vivo yo sino que Cristo vive en mi” Gálatas 2:20, nada hay sino Cristo solo. El Hombre regenerado es Cristo. Habiendo sido injertado en el cuerpo de Cristo, teniendo la mente de Cristo (1 Corintios 2:16), comparte una misma voluntad y una misma conciencia (que son Cristo mismo) con Cristo. Ha sido hecho partícipe de la Sabia, la Sangre, La Vida de Cristo, La Vida Eterna. En este Hombre Cristo dice “YO SOY”. Nada hay en este Hombre que no sea Cristo; nada es este Hombre que no sea Cristo. Cristo se conoce a Si mismo en este Hombre y este Hombre descansa en el Ser de Cristo no ya como algo separado a Si, sino como en su propio Ser (del Hombre).

Esta conciencia Crística es a la que alude Cristo en su oración “que todos sean uno” Juan 17:21. Este Hombre ha conocido su verdadero Nombre, la porción finita del Cristo infinito que Cristo le ha concedido conocer, manifestar y ser. Esta conciencia Crística es el trono de Dios en el que los Cristianos están llamados a sentarse (Apocalipsis 3:21). Jesucristo nos concede como una Gracia por su bondad y misericordia lo que el Anticristo (1 Tesalonicenses 2:4), y análogamente nuestro orgullo, el hombre viejo, el Anticristo en nosotros, trata de usurpar y obtener al margen de Cristo: Sentarnos en su trono; Ser. El único trono de Dios es Cristo, Dios mismo. Ese acto de usurpar, que en esencia es el mismo error que cometemos cuando pretendemos limpiarnos por nosotros mismos al margen de Cristo atribuyéndonos a nosotros mismos alguna bondad al margen de Cristo, es el propio Anticristo y más profundamente, la ilusión de “Ser” algo al margen de Cristo es el propio Anticristo. Solo Cristo es. y en la regeneración no habrá nada que no sea Cristo. Todo será Cristo y Cristo será todo. “y Dios será todo en todo” 1Corintios 15:28.

Así pues, no tengamos miedo de acercarnos a Jesús en aquellos momentos en los que la percepción de nuestra maldad nos abrume, cuando no veamos en nosotros nada bueno ni podamos detectar en nosotros ningún amor a Jesús o a los demás. Acerquémonos a aquel que dijo: “Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” Marcos 2:17. Acerquémonos a Él conscientes de que no podemos ser capaces de nada bueno para merecer su ayuda, de que su ayuda no puede estar fundamentada en ningún mérito ni en ninguna bondad previa nuestra sino solo en su bondad y en su misericordia porque si hay algo bueno en nosotros es don suyo y si no es don suyo entonces no puede ser bueno.

Que Jesús nos limpie de todo lo que no sea Él.


Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Marcos 2:17

Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios. Marcos 10:18

Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Gálatas 2:20

Pero nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Corintios 2:16

Pero el que se une al Señor, es un espíritu con El. 1Corintios 6:17

Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 1 Corintios 12:27

¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? 1Romanos 11:35

Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono. Apocalipsis 3:21

Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos. 1Corintios 15:28

donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos. Colosenses 3:11

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será echado fuera como sarmiento, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden. Juan 15:4-6

el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 1 Tesalonicenses 2:4

Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Apocalipsis 15:2




De los nombres de Dios – versión resumida


1- EL LOGOS. EL NOMBRE DE DIOS


Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer. Jn 1:18 

Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. Colosenses 1:15-18

El que me ha visto a mi ha visto al Padre. Jn 14:9 

Dios está más allá de todo nombre y da nombre a todo lo demás. Puesto que el nombre es lo que define a lo que nombra, para que algo tenga nombre ha de ser perceptible. Dios está más allá de todo y no hay ningún nombre que le pueda contener.

Dios, a fin de manifestarse y comunicarse, se autolimita, se nombra a Si mismo, toma Nombre en su Logos (palabra o verbo). El Logos es el Nombre de Dios; es la manifestación de Dios; es Dios mismo manifestándose. Dios, exceptuándose a sí mismo que se conoce en su propia plenitud, no puede ser percibido si no es a través de su Logos. EL Logos es la palabra limitada que surge del ilimitado silencio, Dios pronunciándose a Sí mismo. Todo lo que existe subsiste en el Logos de Dios, Él es la esencia de todas las esencias, el fundamento de todo lo que es; todas las cosas reciben su nombre, su ser, del Logos de Dios; del Nombre de Dios. Es por esto que está escrito: En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Juan1:4.  El es nuestra vida porque El es la fuente de nuestro Ser, donde recibimos nuestro ser, donde recibimos nuestro Nombre. Este Nombre que recibimos de Él, está contenido en El Nombre de Dios y no es sino un reflejo limitado del Nombre de Dios; una manifestación parcial de su ilimitada gloria. Todas las cosas toman su ser del Nombre de Dios; todos los nombres están contenidos en el Nombre de Dios.


2- NUESTROS NOMBRES



El Logos de Dios nos ha creado y nos ha dado un ser; una capacidad de percibirlo y de recibirlo y manifestarlo. A cada uno de nosotros, nos ha concedido ser y manifestar un aspecto de Sí mismo. Esta capacidad de percibirlo, recibirlo y manifestarlo es diferente en cada uno de nosotros. No hay nadie que pueda percibirlo y recibirlo por entero, pues esto equivaldría a conocer Su Nombre, el Nombre sobre todo Nombre que solo Él conoce y equivaldría a ser igual a Él. Él es el único que puede conocer su propia plenitud: “Y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Apocalipsis 19:12”. Sin embargo, cada uno de nosotros percibe, recibe y manifiesta, cada uno de nosotros Es, un aspecto distinto del Logos de Dios, un aspecto distinto de su Nombre. Ese aspecto del Logos de Dios que percibimos, recibimos y manifestamos es el Nombre que le damos al Logos de Dios, y al darle ese Nombre recibimos ese mismo nombre que le damos. Ese Nombre que le damos al Logos de Dios y que al dárselo recibimos de Él es nuestro verdadero Nombre; ese Nombre es nuestro verdadero ser, nuestro verdadero yo, nosotros mismos. La santidad no es otra cosa sino el descubrimiento de este Nombre, de nosotros mismos, de Dios. Nosotros somos los Nombres de Dios, particulares y limitados reflejos de su ilimitada Gloria. Por esto cuando conocemos al Logos de Dios somos conocidos por Él, por eso conocer al Logos de Dios es conocerse a uno mismo. Aquí toman sentido las palabras de San Pablo: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”. 1 Corintios 13:12.


3- LA CAÍDA


Tras el pecado original, el hombre está separado del Logos de Dios, que es su vida y la fuente de su ser. En consecuencia, ha perdido su verdadero Nombre, su verdadero Yo. El hombre no se conoce a si mismo porque no conoce a Dios; está espiritualmente muerto porque está separado de Dios, que es la fuente de su ser. Así como si separas un rayo de sol del Sol, fuente de todos los rayos, este rayo desconectado de su fuente está automáticamente separado de los demás rayos que proceden del sol, nosotros estamos separados de Dios y de todos y de todo lo demás.


4- NUESTRA REDENCIÓN


El Logos de Dios, Dios, se hizo hombre en Jesucristo y murió en la cruz para volvernos a unir a Sí.  No es casualidad que la cruz sea como es +. El palo vertical símbolo de lo celestial, de Dios y el horizontal símbolo de lo terrenal, del hombre. Ambos encontrándose en la humanidad de Dios en Jesucristo. El cielo y la tierra, Dios y la humanidad reconciliándose en la muerte de Cristo, en la cruz, en la unidad del punto donde se cruzan ambos palos +. Cuando la obra redentora de Jesucristo nos haya devuelto la unión con Él estaremos de nuevo unidos a nuestra fuente y al estar todos unidos a la fuente, estaremos unidos los unos a los otros y la plegaria de Jesucristo en Juan 17 se habrá cumplido. Todos seremos uno. “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”. Juan 17:21-23

Como consecuencia de la caída, de nuestro estado de separación de Dios, tenemos un nombre falso del que proceden nuestros nombres falsos. Esta es la imagen de la serpiente en nosotros, la imagen de la bestia, el hombre viejo, nuestro falso nombre del que proceden nuestros falsos nombres.  Nuestro verdadero Yo, nuestro verdadero Nombre, solo puede hacer el bien; solo puede engendrar buenos hijos, buenos nombres, porque sus obras son hechas en Dios (Juan 3:21)  y lo que nace de Dios no puede pecar (1 Juan 3:9). Sin embargo, de nuestro falso nombre solo pueden salir falsos nombres, malas obras, malos hijos de la mentira que no tienen su raíz en Dios.

Solo Cristo puede liberarnos de nuestros falsos nombres cuando nace en nuestros corazones y aplasta la cabeza de la serpiente en nosotros concediéndonos recuperar la imagen de Dios; nuestro nombre verdadero que procede de Dios. Entonces nuestro falso nombre deja de ser y recuperamos nuestro verdadero nombre que procede de Dios, del que proceden nuestros nombres verdaderos, nuestros buenos hijos que tienen su raíz en Dios. Entonces nos conocemos a nosotros mismos, nuestro verdadero nombre, nuestro verdadero yo que Dios creó. 

El que tiene oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias: Al que venciere, le daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Apocalipsis 2:17



5- LA REDENCIÓN DEL COSMOS. EN LA CARNE DE CRISTO GLORIFICADA LA MATERIA DEL MUNDO FUE DEIFICADA.


La creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.

Romanos 8:21-23

Nuestros nombres falsos y nuestro estado de separación de Dios son la causa del cosmos en el que vivimos. Así, como en el Reino de Dios el “cosmos espiritual” es imagen de nuestros cuerpos espirituales, que son la manifestación exterior de nuestros nombres que a su vez manifiestan un aspecto del Nombre de Dios, aquí, el cosmos material es imagen de nuestros cuerpos carnales, que son una manifestación del error, de nuestros nombres falsos y de nuestro estado de separación de Dios.

Cuando, por el fuego de Dios, que es el mismo al que Cristo se refirió cuando dijo “Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?” Lucas 12:49, seamos limpiados de todos nuestros falsos nombres, cuando conozcamos nuestro verdadero nombre, cuando el anticristo “que se sienta en el trono de Dios haciéndose pasar por Dios. 2 Tesalonicenses 2:4” haya sido destronado, la muerte haya sido muerta en nuestros corazones y Jesucristo sea Rey en su trono en nuestros corazones y sea Rey en toda la tierra de nuestro ser; cuando hayamos vencido a la imagen de la Bestia (Apocalipsis 15:2), entonces se cumplirá lo que dijo San Pablo: “Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.” 1 corintios 13:12.  Entonces conoceremos a Dios en la plenitud que el Él nos ha concedido a cada uno y le daremos el Nombre que Él nos ha concedido a cada uno; recibiendo ese mismo Nombre habremos llegado a la medida de Cristo y habremos dado a luz a Cristo (Juan 16:21, Gálatas 4:19, Apocalipsis 12:5, Efesios 4:13). Se habrá cumplido lo que dice San Pablo: “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”  Efesios 4:13. Su obra redentora habrá llegado a su plenitud en nosotros.

Entonces se cumplirá lo que dice San Pablo: “la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Pues sabemos que la creación entera a una gime y sufre dolores de parto hasta ahora” Romanos 8:21-22. Pues esos dolores de parto visibles en la creación, en lo exterior, no son sino el reflejo del estado caído de nuestro propio corazón hasta que hayamos dado a luz a Cristo (Juan 16:21, Gálatas 4:19, Apocalipsis 12:5, Efesios 4:13). Entonces la creación pasará de ser imagen de nuestro estado caído, imagen de la serpiente, de nuestros falsos nombres,  a ser imagen de nuestra plenitud, de la unión con Dios, de nuestros nombres verdaderos, imagen de Dios, “y Dios será todo en todo” 1 corintios 15:28. La redención del cosmos no es sino el reflejo exterior de la redención interior de los Cristianos. La muerte de la Bestia y la muerte de la muerte en el exterior no es sino la manifestación exterior de la muerte de la Bestia y de la muerte de la muerte en el corazón de los Cristianos. La nueva Jerusalén exterior no es sino manifestación y reflejo exterior de los Nombres de los Cristianos que son manifestaciones del Nombre de Dios, manifestaciones de Dios.

Entonces, la pureza de lo “material espiritual” de la Nueva Jerusalén será la manifestación de la pureza de Dios porque será imagen de nuestros cuerpos espirituales, nuestros cuerpos serán la manifestación de nuestros nombres (de nosotros mismos) y nuestros nombres serán la manifestación del Nombre de Dios. Entonces se cumplirá la palabra que está escrita: “sorbida es la muerte en victoria” 1 corintios 15:54 “y Dios será todo en todo” 1corintios 15:28. 

Entonces viviremos en la ciudad que descendió de Dios (Apocalipsis 3:12 y 21:2) igual que nuestros nombres descendieron de Él y, como Adán en el paraíso, le pondremos a las cosas sus verdaderos nombres (Génesis 2:19), que tendrán su raíz en Dios y “Dios será todo en todo” 1corintios 15:28.

Entonces, el nombre de Dios habrá sido glorificado en nosotros y todo lo que sea será una manifestación de Dios.

Este Nuevo mundo y nuestros Nombres Nuevos yacen escondidos en el viejo mundo y en nuestros nombres viejos como el árbol yace escondido en la semilla. De esto trataremos más adelante en la entrada “La Gran Señal en el Cielo.”

 


Nota: En la versión larga de «De los Nombres de Dios» escribo tres «estados» de Dios: Dios mas allá de todo, Dios todo 0 y Dios Logos 1. Sin embargo en la versión corta solo distingo dos: Dios y El Logos de Dios. 

También escribo en la versión corta que en Nombre de Dios es el Logos de Dios y en la versión larga que Dios se Nombra a Si mismo en Dios Todo 0 y que Dios Logos comparte ese Nombre.

Ambas perspectivas son compatibles: Desde nuestro punto de vista Dios no tiene otro Nombre sino su Logos. Puesto que la esencia eterna de Dios Todo 0 está mas allá de toda posible percepción, es incognoscible. Sin embargo, Dios Todo 0 si se percibe a Sí mismo en su plenitud, es decir, conoce su Nombre y, para El mismo, tiene un Nombre. El Logos comparte ese Nombre porque, aun siendo perceptible y cognoscible, se conoce a si mismo en su plenitud, se conoce a Si mismo como Dios 0 Todo, es decir, a un siendo el Logos de Dios, limitado y cognoscible, no deja de ser Dios Todo 0 , ilimitado e incognoscible salvo por Si mismo. De esta manera, vemos que Dios solo tiene un Nombre que abarca toda su eternidad y que nosotros solo podemos conocer parcialmente en su Logos. «y tiene un Nombre escrito que nadie conoce sino El mismo» AP 19:12. 

Cuando hablo de Dios Todo 0 hago referencia  Dios manifestándose, conociéndose a si mismo y cuando hablo de Dios Logos  hago referencia a Dios manifestándose, dándose a conocer al exterior.

Podriamos resumir todo esto en la idea de que el Dios Incognoscible se autolimita haciendose cognoscible en su Logos.