La visión Beatífica. Luis De Granada.


Y si tan grande gloria es gozar de la compañía de los buenos, ¿qué será gozar de la compañía y preferencia de Aquél á quien alaban las estrellas de la mañana, de cuya hermosura el sol y la luna se maravillan, ante cuyo acatamiento se arrodillan los ángeles, y de cuya presencia se glorían los hombres? ¿Qué será ver aquel bien universal en quien están todos los bienes, y aquel mundo mayor en quien están todos los mundos, y aquél que siendo uno es todas las cosas, y siendo simplicísimo abraza las perfecciones de todas? Si tan grande cosa fué oir y ver al rey Salomón, que decía la reina Sabá: Bienaventurados los que asisten delante ti y gozan de tu sabiduría, ¿qué será ver aquel sumo Salomón, aquella eterna sabiduría, aquella infinita grandeza, aquella inestimable hermosura, aquella inmensa bondad, y gozar della para siempre? Ésta es la gloria esencial de los sanctos, éste es último fin y centro de todos nuestros deseos.

Pues, ¿qué será sobre todo esto ver claramente aquella divina cara, en que consiste la gloria esencial de los sanctos? Grandes motivos de gloria son todos los que hasta aquí hemos dicho: mas todos son muy pequeños si se comparan con éste. De Isacar se dice que vio el descanso que era bueno, y la tierra muy buena, y que por esto puso los hombros al trabajo, y se hizo tributario. El descanso y la gloria de los sanctos buena es: mas la tierra que lleva este descanso, muy buena es en superlativo grado, porque ésta es la cara y la hermosura de Dios, de cuya vista procede el descanso y gloria dellos. Ésta es la que sola basta para dar á nuestras ánimas cumplido reposo: porque toda la dulcedumbre y suavidad de las criaturas, bien puede dar deleite al corazón humano, mas no hartura. Pues si todos estos bienes susodichos tanto deleitan, ¿cuánto deleitará aquel bien que tiene en sí la perfección y suma de todos los bienes? Y si la vista sola de las criaturas es tan gloriosa, ¿qué será ver aquella cara, aquella lumbre y aquella hermosura , en quien resplandescen todas las hermosuras? ¿Qué será ver aquella esencia tan admirable, tan simplicísima y tan conmunicable, y ver en ella de una vista el misterio de la beatísima Trinidad, la gloria del Padre, la sabiduría del Hijo y la bondad y amor del Espíritu Sancto?

Allí veremos á Dios, y veremos á nos, y veremos todas las cosas en Dios. Dice Sant Fulgencio que así como el que tiene un espejo delante, ve al espejo, y ve á sí mismo en el espejo, y ve todas las otras cosas que están delante del espejo, así cuando ten gamos aquel espejo sin mancilla de la majestad de Dios presente, veremos á Él, y veremos á nos en Él, y después todo lo que está fuera del, según el conocimiento mayor ó menor que tuviéremos del. Allí descansará el apetito de nuestro entendimiento, y no deseará más saber, porque terna delante todo lo que se puede saber. Allí descansará el de nuestra voluntad, amando aquel bien universal en quien están todos los bienes, fuera del cual no hay más bienes de que gozar. Allí reposará nuestro deseo con el bocado de aquel soberano gozo, que de tal manera hinchirá la boca de nuestro corazón, que no le quedará capacidad para más desear. Allí serán perfectamente remuneradas aquellas tres virtudes con que Dios es aquí honrado: conviene á saber, fe, esperanza y caridad: cuando á la fe se dé por premio la clara visión, y á la esperanza la posesión, y á la caridad imperfecta la caridad en toda su perfección. Allí verán y amarán, gozarán y alabarán, y estarán hartos sin hastío y hambrientos sin necesidad. Allí es donde siempre se canta aquel cantar cuasi nuevo que Sant Juan oyó cantar en su Apocalipsis. El cual llama cuasi nuevo, porque aunque él sea siempre de una manera (porque es una común alabanza que responde á una misma gloria que todos tienen) pero con todo esto es siempre nuevo cuanto al gusto y á la suavidad, porque el mismo sabor que tuvo á los principios, éste terna para siempre sin fin. No encanesce ni se envejece el alegría de los sanctos, como tampoco envejescerán sus cuerpos, pues el que hace los cielos estar siempre nuevos á cabo de tantos años, ése hará que la flor de su gloria esté siempre verde y que nunca se marchite.



Selección de textos de Luis De Granada. Producido por el Blog Cristianismo Espiritual.